El 5 de junio de 1895, en Guayaquil, culminó un proceso revolucionario cuyas acciones preliminares se dieron desde 1865, lideradas por Alfaro, quien eventualmente, por el fracaso en varias contiendas armadas y la persecución que pesaba sobre él, durante sus mandatos, anuló los privilegios especiales que tenía el clero; estableció en la constitución de 1906 la separación de la iglesia y el estado, la libertad de cultos y el carácter laico de la educación. Logró construir e inaugurar el ferrocarril trasandino, obra colosal para ese tiempo, depuró la estructura legal del país y, en suma, fue un insigne transformador de este país.
El 5 de junio de 1895, en Guayaquil, culminó un proceso revolucionario cuyas acciones preliminares se dieron desde 1865, lideradas por Alfaro, quien eventualmente, por el fracaso en varias contiendas armadas y la persecución que pesaba sobre él, durante sus mandatos, anuló los privilegios especiales que tenía el clero; estableció en la constitución de 1906 la separación de la iglesia y el estado, la libertad de cultos y el carácter laico de la educación. Logró construir e inaugurar el ferrocarril trasandino, obra colosal para ese tiempo, depuró la estructura legal del país y, en suma, fue un insigne transformador de este país.
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